Lotta Meri Pirita Tenhunen & Myrian Espinoza Minda
(integrantes del Grupo de mujeres de PAH Vallekas)

Pintada en el madrileño barrio de Lavapiés, 2011.

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“Deuda o vida” rezaba una pintada callejera allá por la Calle de la Fe en el barrio madrileño de Lavapiés. Entendemos el planteamiento: nuestra lucha por el derecho a una vivienda digna es, fundamentalmente, una lucha en contra de la deuda. Nuestro movimiento, la Plataforma de Afectadxs por la Hipoteca, lleva el nombre escogido en medio del gran reventón de la burbuja hipotecaria que vivimos en España a partir de finales de los años 2000. Sin embargo, de una forma u otra la deuda había aterrizado en nuestras vidas mucho antes, nos hayamos hipotecado o no.

A lo largo del 2020 condujimos una serie de entrevistas, conversaciones y encuentros entre las mujeres de nuestra asamblea.* En los relatos, además de la hipotecaria, aparecieron deudas adquiridas para migrar o para estudiar; microcréditos para emprender, pero también para cubrir emergencias laborales como la pérdida de herramientas de trabajo; deudas por cobertura sanitaria privada; créditos de consumo y compras con pago a plazos; préstamos para llegar a fin del mes, destinados a necesidades corrientes como comida, productos higiénicos, gasolina, agua y luz o medicamentos. No hubo vidas que no hubieran pasado por el endeudamiento en un momento u otro, pero sabemos que aunque así hubiera sido, la deuda estaría también en la vida de aquellas personas a través de la deuda pública y sus mandatos políticos traducidos en recortes del sistema de servicios públicos.

La deuda es, a la vez, un sistema de adiestramiento social que produce obediencia; un mecanismo de extracción de nuestra fuerza vital y de trabajo; y una máquina generadora de vulnerabilidad, que no solo nos expone a la violencia financiera que se practica dentro de la relación acreedor-deudor, sino también a otras violencias de corte racista, machista y heteropatriarcal o laboral. Estas tres funciones –adiestramiento, extracción, vulnerabilización– son de gran utilidad a nivel estructural del funcionamiento del capitalismo global. Primero se crea una mentalidad, una predisposición e incluso una aceptación; sirve para que luego nuestra creatividad, nuestra energía y nuestro cuerpo sean productivos en contextos aprovechables para la producción de ganancia para otros, que se acumula en sus manos en vez de las nuestras; y al final este reparto de roles se suma a otras vulneraciones de nuestros derechos que nos dejan sin opción alguna, ni siquiera la posibilidad de huida.

Una vez reconocemos lo anterior, empezamos a ver matices. No basta con decir “deuda o vida”, porque las características de cada deuda definen qué vida y en qué condiciones la permite. Define el punto de partida de la lucha, porque mirar esas características con detenimiento permite inventar formas de ensanchar las condiciones que vienen dadas, pelear por más espacio para la vida. Por eso, aunque entendamos el endeudamiento como un mecanismo opresivo, aunque nos opongamos a la centralidad que ha ganado en la organización social, aunque resistamos a la obligatoriedad del endeudamiento… nuestras realidades y nuestra lucha nos ha obligado a preguntar también: ¿cómo vivir con la deuda una vez que ya la tienes?

Tenemos deuda… y sin embargo, vivimos. Creemos que existe una conexión entre los efectos que la deuda tiene en nuestras vidas y los factores que diferencian cada uno de nuestros endeudamientos. En nuestras conversaciones, los factores que resultaron de interés fueron la cantidad de la deuda total; la cantidad mensual a pagar –definida por el interés y el plazo de amortización, aparte del total–; las garantías entregadas y/o los avalistas a considerar; las condiciones de devolución y la posibilidad de cambios en ellas, tales como carencia, etc; la involucración o no de las relaciones personales en el esquema de endeudamiento y la devolución; también la naturaleza de la parte acreedora y qué tipo de conductas se pueden esperar de ella. Entonces nos preguntamos: ¿cómo endeudarse, si hay que hacerlo, en menor cantidad y con mejores condiciones?

No estamos pensando en esquemas piramidales ni en oenegés microcreditoras que cabalgan con banderas de feminismo pseudoespiritual, liberal, caritativo o tecnocrático. Pensamos en un futuro compartido de redes globales de resistencia frente a la realidad actual de endeudamiento obligatorio, que sea capaz de mezclar estrategias de impago organizado con la construcción de economías comunitarias justas, dignas y sostenibles. Todes nos hemos endeudado, y queremos vivir para contarlo. ¿Cuál es tu historia de endeudamiento?

 

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*De las conversaciones aquí mencionadas nació el cuaderno Hasta que caiga el patriarcado y no haya ni un desahucio más. Deuda, vivienda y violencia patriarcal, disponible para su lectura y libre descarga desde ya. La presentación pública se hace el sábado 6 de noviembre del 2021 en Traficantes de Sueños y se emite por streaming en vivo.

Columna publicada originalmente en Desinformémonos.