Por Constanza Cisneros y Lotta-Luka Tenhunen
Fotos Wambra Medio Comunitario y Mujeres de Frente
Hablemos de Ecuador, es la consigna que circula entre nosotres los últimos días. Sabemos que desde hace algunos años el país vive una profunda crisis social convertida en un estado de guerra. Su última escena ha sido el paro nacional convocado a finales de septiembre de este 2025 y la brutal represión con la que ha sido contestado. Desde la necesidad de comprender mejor las noticias que recibíamos de un lado del Océano al otro, conversamos con nuestra compañera Andrea Aguirre Salas del colectivo Mujeres de Frente. En su lúcido análisis describe la realidad de la producción de un proletariado de la violencia como estrategia de las élites oligarcas nacionales comprometidas con el extractivismo minero, el narcotráfico y otras formas transnacionales de producción de capital entre lo legal y lo ilegal. Pasando por analizar el reparto de roles adjudicados entre los países de la región, las provincias de Ecuador y los cuerpos jerarquizados según los ejes de género, clase y racialización, nos trae una visión colectivamente amasada de cómo comprender esta realidad en clave feminista y antirracista. La resistencia tiene un carácter ancestral a la vez que se nutre de la aparición de otros lenguajes, hasta de nuestros balbuceos. Los diálogos que tensan el pensamiento, la memoria de las revueltas y la fe en el ritmo del pueblo se convierten en fuerza colectiva que nos invita a creer en un futuro otro en medio de tiempos difíciles.
Constanza Cisneros & Lotta-Luka Tenhunen: Primero, te damos la bienvenida y te agradecemos un montón por esta conversación. ¿Quién eres, cómo te quieres presentar en esta ocasión y desde donde miras y analizas el mundo?
Andrea Aguirre Salas: Soy Andrea Aguirre Salas, integrante de Mujeres de Frente, un colectivo con 20 años de existencia; en realidad una comunidad de alrededor de 50 mujeres que están en este momento en situación de privación de libertad, mujeres excarceladas, comerciantes autónomas, trabajadoras del hogar y del sexo a destajo, profesoras universitarias, estudiantes. Es desde esta organización desde la que pienso, desde la que voy a compartir todas las ideas, porque como organización asamblearia, todo el tiempo estamos produciendo nuestras ideas y militancias en común. Además, soy profe universitaria y eso me permite diálogos con estudiantes y colegas. Pero en primer lugar, digamos, estoy pensando desde Mujeres de Frente y las ideas que voy a compartir son colectivas.
CC & LLT: Querríamos partir de preguntarte sobre la situación de emergencia que se está viviendo en Ecuador desde el paro nacional convocado en la semana pasada. ¿Cuál es el trasfondo de la revuelta contra el gobierno de Daniel Noboa? ¿De qué forma piensas, si es que piensas, que las políticas de este gobierno se enmarcan dentro de todo un panorama global de la fascistización de la sociedad?
AAS: Lo que podríamos definir como situación de emergencia, que nosotras la definimos como una puesta en guerra del país, con lo cual queremos decir militarización pero también paramilitarización, viene de años, años atrás. De hecho, en el gobierno de Guillermo Lasso1 empezó, claramente con la asesoría de la embajada norteamericana, un ejercicio de puesta en guerra deliberada del país que se ha intensificado desde enero de 2024 con la toma del poder de Daniel Noboa2. Así que la puesta en emergencia que, por supuesto, no surge con el paro nacional, es una estrategia de gobierno que ha venido cobrando muchísimas vidas3 y que no puede entenderse sino desde una perspectiva antirracista.
El paro nacional se convoca a partir de la eliminación del subsidio al diésel, que por supuesto implica no solamente un encarecimiento de este producto, sino de todo aquello que se transporta –personas, productos– lo cual implica un encarecimiento radical de la vida. No debemos olvidar que los importantes paros de 2019 y 2022 también expresaban la resistencia a la eliminación de subsidios a los combustibles. Por supuesto, este detonante está asociado con una precarización igualmente deliberada y sistemática de lo público –la salud, la educación, sistemas fundamentales para la reproducción elemental de la vida– y una serie de leyes que una tras otra se han ido aprobando de manera emergente, sin deliberación, en la Asamblea Nacional justamente porque el gobierno las ha propuesta como económicas y urgentes.
El paro es detonado por la eliminación del subsidio al diésel, pero trae un montón de demandas integradas, por ejemplo, sobre enfermedades catastróficas que requieren, por ejemplo, diálisis cotidianas que el Estado ha dejado de proveer. Hay muchos sectores, muchos entornos muy lastimados que intentan plegar al paro, que está siendo apagado estratégicamente de manera brutal y brillante, en el sentido comunicacional, por parte del Estado. Ahora, ¿cómo poder pensar la política de este gobierno que está en guerra en el contexto regional y global, junto con la fascistización de las élites en el mundo?
Para empezar, es evidente que la estrategia que se despliega en Ecuador es una estrategia de alcance regional que está orquestada claramente desde el Pentágono. Podemos ir nombrando, unas máquinas de pensamiento de las que surgen estas ideas de la guerra como búsqueda de la paz, de la militarización y la paramilitarización como un discurso que hace legítimas las violaciones más brutales e ilegales a los derechos humanos, y que aparecen como prácticas pacificadoras. Por supuesto, tenemos que recordar las estrategias desplegadas en México, en Colombia, en El Salvador, y vamos a ver que se trata de una estrategia de alcance…
Ahora, hablar en términos de fascistización para nosotras como Mujeres de Frente resulta tan importante como problemático. Importante porque nos permite diálogos de alcance global, nos permite comprender una tendencia de las élites, y eso quiero remarcarlo, las élites de la derecha. Pero a la vez, para nosotras, en el contexto nacional, implica debates cuando menos delicados, porque algunos sectores de la propia izquierda hablan de la fascistización del pueblo o de los sectores populares, siendo esta la manera que encuentran para explicar por qué Noboa gana las elecciones de manera contundente. Nosotras, como Mujeres de Frente, nos tensionamos con la idea de la fascistización del pueblo. Creemos que la clave para pensar esto es el racismo. Creemos que el concepto y la palabra que debemos utilizar para pensar lo que nos está pasando es el racismo. Primero, permite entender la distribución del trabajo en la guerra, tanto militares como paramilitares y víctimas claramente son poblaciones racializadas y territorios racializados. Luego, nos permite entender el miedo y la angustia que pasan, por ejemplo, mujeres que intentan salvar a sus hijos de la participación en lo que llaman estratégicamente desde el gobierno crimen organizado enrolándolos como militares como racismo autoinfligido más que fascistización. La gente está intentando salvarse como puede, y más que de fascistización, estamos hablando de sobrevivencia a encrucijadas que en este momento aparecen como francamente inescapables. Por eso, nosotras elegimos hablar de racismo estructural, racismo de Estado, como una manera de hablar en nuestro país, poniéndonos en tensión con la idea de fascistización.
CC & LLT: ¿Cómo es la situación en las cárceles en estos días? Nos llegan noticias de numerosos muertos, ¿qué nos puedes contar?
AAS: De nuevo, debo regresar a lo que nosotros consideramos la estrategia que ya viene desplegándose desde años atrás de la puesta en guerra de este país. Pasa por la construcción no solo de un proyecto de militarización, que en este momento es legal, sino también por una estrategia de paramilitarización, decimos nosotras. Desde 2021, concretamente febrero de 2021, este país ha vivido conmocionado por masacres carcelarias que además han implicado una exposición de la crueldad. Hemos visto cuerpos cercenados, vimos las primeras masacres de hecho en tiempo real y entendimos que deliberadamente se nos estaba haciendo ver la violencia carcelaria. De nuevo, la perspectiva antirracista: hubo animalización de las personas presas capaces de ese tipo de acciones que legitimaban cualquier trato contra ellos, trato que incluso en este momento ha implicado una serie de muertes extrajudiciales en prisiones. En este sentido, es importantísimo señalar que los que el gobierno llama grupos del crimen organizado se construyeron en las prisiones. A diferencia de otras estructuras, por ejemplo en Centroamérica, que entendemos que tienen otras explicaciones, en el contexto ecuatoriano, por supuesto que existían naciones – grupos, que el discurso oficial denomina pandillas juveniles organizadas, como los Latin King y los Vatos Locos –, pero lo que conocemos como grupos del crimen organizado no son producciones populares, sino fueron producidos en las prisiones.
De hecho, los altos mandos de los llamados grupos del crimen organizado produjeron sus vínculos con los llamados cárteles y reclutaron masas desde las prisiones. Esto implica que nosotras estamos hablando de estos grupos como paramilitares. Los llamados grupos del crimen organizado en Ecuador son estructuras que se configuraron y se consolidaron desde las prisiones. Y esto para nosotras es crucial porque en el discurso oficial, aquellos a los que llaman grupos del crimen organizado dicen que son productos de sectores populares pauperizados y racializados, que ante la crisis no se les ocurre otra cosa vista como “propia de su raza” que generar violencia cruenta. Eso dice el discurso oficial.
Nosotras decimos que en el caso ecuatoriano estas estructuras ultraviolentas se generaron bajo custodia del Estado, se generaron en las prisiones y sus más altos mandos consolidaron tanto los vínculos internacionales con los llamados cárteles cuanto el reclutamiento de trabajadores cuyo oficio pasa por manejar la violencia en las prisiones. Entonces, las masacres carcelarias que conmovieron al país en febrero de 2021 empezaron a convertirse en cotidianas y legitimaron un trato ultraviolento e ilegal de las poblaciones carcelarias, que son sectores populares racializados. Esto es muy importante porque, por una parte, el Estado ha contribuido a la creación de grupos paramilitares consolidando la idea de terrorismo que –por supuesto– el país lo vive como una encrucijada porque hay muertes violentas, hay sicariato, es un hecho. Hay trabajadores de la violencia, es como el proletariado de la violencia en favor del capital extractivo, en favor de diversos modos de acumulación de capital ilegal, tráfico de drogas, de personas, de armas, minería, etc. Entonces, estos trabajadores de la violencia fueron reclutados a partir de la consolidación de estos grupos en prisión. Y me interesa remarcar que cuando se habla de terrorismo, evidentemente, nosotros como país sentimos terror porque hay armas en las calles, hay muertos en las calles, hay un proceso de producción de violencia e incluso de resolución de problemas horizontales con violencia letal.
Por ejemplo, las compañeras que siguen los casos de femicidio nos muestran que en esta última fase los femicidios se cometen con armas de fuego, cosa que no sucedía en fases anteriores. O sea, hay una población armada que está resolviendo problemas de manera violenta. Lo que nosotras remarcamos es que esto ha sucedido bajo tutela del Estado y a partir de una serie de leyes que han legalizado la tenencia de armas en distintos sectores. Esto hace que la idea de terrorismo realmente nos genere terror y genera una anomia porque obviamente tienes hombres armados uniformados en las calles, pero también no uniformados. Tienes delitos no violentos, por ejemplo, robo de celulares, robo de casas, etcétera, que se asocian y se confunden con el sicariato y el asesinato masivo. Hay mucha confusión y ha sido deliberadamente producida. Así que cuando en el paro nacional empiezan los levantamientos, lo primero que dice el gobierno es que es el Tren de Aragua moviendo estos levantamientos en Imbabura, la provincia que más lucha ha dado. Y entonces la confusión sirve como una estrategia clave para generar terror, para legitimar, digamos, la detención de manifestantes, de comuneros, de campesinos e incluso el asesinato de Efraín Fuérez, que murió por balas de militares.
Al mismo tiempo, la prisión ha sido el lugar donde estos compañeros acusados de terrorismo han sido trasladados. Hace pocos días hubo una nueva masacre en la provincia afroesmeraldeña, la provincia de Esmeraldas, y es a esa cárcel a donde llevan a los compañeros criminalizados. Eso genera terror en la gente que sale a la calle, por supuesto, porque el gobierno no solamente va a reprimir en las calles, sino que te va a mandar a estas cárceles. No hay una distinción entre lo que podríamos definir como delitos claramente asociados a la manifestación, y sicariato. Hay una enorme confusión. Y podrían revisar ustedes las cadenas nacionales que el gobierno nos está haciendo ver todos los días y van a ver cómo hay una criminalización que estratégicamente asocia a las manifestantes con los grupos del crimen organizado.
Por lo tanto, hay una legitimación de la detención de los manifestantes en estas prisiones, e incluso, del asesinato de Efraín. Del asesinato el gobierno no ha dicho nada, pero lo que sí queda claro es que Imababura ha sido sistemáticamente criminalizada. Con esto trato de decir que las cárceles en este país son un lugar clave de la estrategia de puesta en guerra, de generación de terror y de reclutamiento de hombres para la guerra. Por eso, para nosotras, nuestra perspectiva no puede ser solamente antirracista, tiene que ser radicalmente feminista. Hay masculinidades mafiosas que están produciéndose desde dentro de las prisiones. Aunque no está directamente relacionada con el paro, quisiera añadir que desde enero de 2024, con la militarización de las prisiones, se institucionaliza la tortura sostenida sobre la población penitenciaria. Que son, en su inmensa mayoría, por supuesto, varones jóvenes racializados. Por supuesto son también empobrecidos, porque clase y raza en este país no se pueden distinguir, tienen que pensarse juntas. Y nosotras hemos venido pensando qué implica, en términos de producción del mundo emocional, la tortura sistemática. Si vos quieres sicarios, tienes que tener varones rotos, tienes que tener hombres insensibles. Tienes que tener hombres capaces de matar y morir. Tienes que tener hombres capaces de resistir y de dar violencia cruenta.
Hemos visto cómo el gobierno de Daniel Noboa ha institucionalizado la tortura como una estrategia deliberada. Aquellos hombres están rotos y son capaces de romper. Esto se asocia a otro tema que para nosotras es clave: parte del entrenamiento militar pasa por torturar gente en prisión. Y ahí también entran en juego los correccionales de menores, porque el entrenamiento de los militares pasa por torturar también niños. Una compañera nuestra de la organización, que no ha pasado por prisión, que es comerciante autónoma de las calles y que es una mujer indígena de Chimborazo, nos contaba, por ejemplo, que su yerno, que se enroló como militar, les mostró en un video de celular la tortura que estaban infligiendo a niños en una prisión de menores de Ambato de Tumburagua, de una ciudad y provincia del Ecuador. Y él decía que al principio como que le costaba un poco y que golpeó suavemente al niño. Y entonces, cuando regresó con su mando, él fue torturado como debía haber torturado al niño.
Entonces, hay una estrategia de uso de los cuerpos en prisión para entrenamiento militar. De hecho, otra compañera que sí ha pasado por prisión y cuyo hijo está preso actualmente, trataba de explicar en esta misma conversación por qué en las cárceles militarizadas donde ya existía una vida cotidiana con los militares responsables de la custodia, de manera imprevista entraban de madrugada comandos militares, torturaban a la gente y se iban. Eran comandos de militares diferentes de los responsables de la custodia cotidiana, cuya única misión era entrar, torturar y salir. Entonces, logramos entender que eso era parte de este entrenamiento antiterrorista, en realidad, contrainsurgente. Por eso, nosotras decimos que la manera en que el gobierno está logrando contener el paro –porque el paro está contenido, el paro no está logrando encenderse justamente por una estrategia de producción de violencia y terror que viene de años– es esta. No están improvisando. Y por eso, nosotras decimos que la perspectiva feminista es crucial para lograr entender lo que están haciendo con nuestros hijos, al menos con los hijos presos de muchas compañeras a los que deliberadamente se está haciendo hombres para la guerra con complicidad de ellos mismos. Ellos encuentran su humanidad en la masculinidad que afirman no solamente en la tenencia de armas, en el sufrimiento y en la producción de violencia, sino también contra las mujeres, los niños y las niñas.
Pongo otro ejemplo. Una red brillante del Ecuador que se llama Comadres –son compañeras que acompañan abortos seguros–, nos contaban que en las provincias donde recrudece la violencia, cada vez más mujeres están demandando abortos en contextos en los que sus agresores participan de estructuras paramilitares, que además ellas no pueden denunciar porque sus agresores, si saben de la denuncia, terminan agrediéndolas. Entonces vemos cómo esta violencia, quizá un poco como explica Rita Segato, se expresa en los cuerpos de las mujeres, las disidencias sexogenéricas, los niños y las niñas. Por eso nosotras decimos, entender la estrategia gubernamental tiene que pasar por una perspectiva antirracista y feminista.
Estoy tratando de ligar el paro a una estrategia más amplia para explicar por qué nos están conteniendo, porque estamos intentando levantarnos y la contención es brutal. Una combinación de represión y propaganda que realmente… Y añadir que medios de comunicación que estaban en un lugar intermedio han sido comprados en el sentido literal por el gobierno. Por ejemplo, La Posta, que era un medio de derecha pero que andaban ahí como de críticos, fueron comprados por un asambleísta de ADN. Entonces la dimensión comunicacional es clave, el hacernos pensar. Y yo creo que en muchos sentidos están teniendo éxito, aunque hay mucha fe también en el pueblo que somos.
CC & LLT: Puedes indagar aún más en ¿cuál es la función de producción de ese proletariado de la violencia para el Estado? ¿Para qué le sirve al Estado? ¿Cuáles son los entramados que ahí se activan?
AAS: Para entenderlo hay que estar permanentemente en diálogo con las compañeras y compañeros de los entornos ecologistas, porque está claro que la apuesta de puesta en guerra tiene objetivos de acumulación de capital entre lo legal y lo ilegal. Es fundamental entender que no tenemos élites narco y élites exportadoras legales por separado, es que nuestra élite acumula capital entre lo legal y lo ilegal. Tienen negocios legales y tienen negocios ilegales; exportan bananos y exportan cocaína; igual que abren espacios de minería legal, digamos concesiones legales, dentro de las cuales entran dinámicas de extracción ilegal, en este momento fundamentalmente de oro. Entonces, para nosotras es clave entender que en esta fase de capitalismo avanzado y en nuestra región, el capital se acumula entre lo legal y lo ilegal – porque también necesitan blanquear, porque también mueven cosas legales.
Eso requiere, de nuevo desde la perspectiva feminista, destruir los tejidos sociales. Donde hay tejido social, el extractivismo tiene más dificultades para entrar. Donde hay tejido social, tanto militares cuanto estructuras paramilitares tienen dificultad de reclutar. En este momento, como en toda nuestra región, nosotras consideramos que a la vanguardia de la resistencia están las madres y consortes de todos aquellos varones que están siendo reclutados, de todos los niños que estamos perdiendo. Por ejemplo, las familiares de detenidos desaparecidos que el gobierno de Daniel Noboa está produciendo. Por ejemplo, las madres de hijos y esposas y compañeras, etcétera, de aquellos que han muerto en las masacres penitenciarias, de los niños que están siendo reclutados.
Digamos que para mí, para nosotras, está claro que la resistencia se da en femenino y en una cierta clave materna que es, más que politizada, de sobrevivencia y de agarrar el tejido social. Y entonces la puesta en guerra para nosotras tiene primero un objetivo claro de desgarrar ese tejido social. Y es por tanto una guerra contra nosotras, contra nosotras y contra lo que nosotras intentamos sostener, contra aquellos a los que deseamos salvar, etcétera. La guerra destruye tejido social, no solamente en el sentido literal de que nos mata gente, sino –como decíamos ayer en nuestra escuela de formación política–, en el que nos divide salvajemente en los hijos buenos y los hijos malos, en los hijos paramilitarizados y los hijos militares, en los que roban y los que no roban, en los que les gusta el terrorismo y los que no. O sea, hay una división muy brutal por esta violencia que hace que también la violencia sea autoinfligida, ¿no? Nosotros contra nosotros mismos, nosotros luchando contra nosotros.
Esa destrucción de tejido social, uno, permite reclutamiento de hombres para la guerra, dos, permite la entrada de capitales extractivos y el florecimiento de negocios ilegales, de tráfico de armas, de tráfico de personas. Por ejemplo, el tema del coyoterismo es importante en un país de alta migración como el nuestro. Ahí esta puesta en guerra es estratégica para la acumulación de capital. No es maldad gratuita, no es solamente como una crueldad gozosa, sino tiene clarísimos intereses económicos. Por eso, tendríamos que ver, por ejemplo, las nuevas concesiones mineras que este mismo gobierno ha dado o las mismas leyes que redujeron a cero la deuda millonaria de impuestos que tenía el Grupo Noboa. Entonces, vemos que claramente la apuesta en guerra tiene objetivos de acumulación de capital, donde el énfasis está entre lo legal y lo ilegal. Y por eso necesita mucho caos, o sea, necesita mucha anomia, necesita muchísima confusión para que el país siga diciendo, “pucha, aunque sea por la vía de la militarización queremos orden”, o sea, “sólo queremos saber qué pasa mañana”, ¿no? Hay un enorme éxito en la propuesta gubernamental de militarización, porque con nuestro corazoncito patriarcal también pensamos que nos pongan en orden, ¿no? Como un buen padre que te da una buena paliza, pero que te dice que mañana vas al cole.
CC & LLT: Ya que estamos hablando de esto, vemos que también vos piensas que bien se puede hablar de regímenes de guerra múltiples y conectadas, ¿no? Hace poco el gobierno de Noboa compró más de 50 vehículos de asalto a Israel, y aparte del negocio armamentístico recibe formación y asesoramiento de la IDF, ¿de qué forma ustedes ven allá, en este levantamiento, en los años anteriores también, que se entrelazan las regímenes de guerra de Israel o USA a Ecuador y más allá? Nos gustaría que nos contaras un poco cómo se perciben esos cruces, esas alianzas del capital y los señores de guerra.
AAS: Digamos que esas alianzas, para empezar, son directas y sencillitas. La Ministra de Relaciones Exteriores es hija del representante en Ecuador de Israel Aerospace Industries (IAI) y de Sikorsky International Operations, compañías de la industria bélica que producen drones y helicópteros, así de directo. Es evidente que esta puesta en guerra tiene que ver con el negocio mundial de las armas, y por supuesto el armar poblaciones implica todas las posibilidades en favor como de la acumulación de capital.
Yo pienso, nosotras pensamos –y también estamos pensando con un profesor de la Universidad Central, Luis Córdoba, que se ha dedicado muy minuciosamente a pensar en el tema–, que la estrategia de la que estamos hablando no es invención de Noboa. Esto viene a través de la Embajada Norteamericana, desde el Centro Regional de Estudios Estratégicos de la Seguridad y el Centro para el Estudio de la Guerra Irregular que está adscrito al Pentágono, el Comando Sur de los Estados Unidos, con quienes el país ha firmado acuerdos de entrenamiento. Aunque todavía no hay bases militares en el país –eso lo vamos a llevar a la consulta popular–, esto es clave, porque cuando Daniel Noboa se lanzó a la presidencia, era como una gran sorpresa, nadie imaginaba que el hombre iba a llegar. Hubo una gran estrategia de publicidad, pero lo que sí queda claro es que su gobierno estaba improvisado, o sea, no tenía un gran proyecto gubernamental. Por tanto, cuando en enero de 2024 empieza a desplegarse el proyecto, tiene una minuciosidad, una meticulosidad: hay períodos en que te lanzan cuatro leyes de golpe. Entonces no tienes tiempo de reaccionar, entonces tú notas que hay una asesoría que no tiene que ver con los asesores inmediatos y directos del presidente. Entonces tienes que entender el carácter regional del proyecto, y necesariamente tienes que reconstruir, digamos, la relación con el Pentágono a través de la Embajada Norteamericana, que es la asesora principal.
Como también dicen los compañeros de Derechos Humanos de CDH (Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos de Guayaquil), este país no está gobernado desde el Ecuador, este país está gobernado desde el proyecto norteamericano en favor de las oligarquías ecuatorianas. Entonces, por ejemplo, cuando este gobierno comete el acto de invasión de la Embajada Mexicana, – lo cual era novedad en su ilegalidad salvaje porque estaba invadiendo territorio de otro país, ¿no?– es muy elocuente cómo la Embajada guarda perfecto silencio, cómo finalmente eso no llega a nada. Tenemos las relaciones diplomáticas rotas, pero la clave es que el concierto internacional simplemente guarda silencio. Bueno, son detalles de las cosas que pueden pasar. Cada vez más, al menos movimientos sociales e intelectuales de izquierda, etcétera, tenemos la clara certeza y hay muchísimos datos para entender que el país no está gobernado desde el país, aún cuando, insisto, está gobernado en función de los intereses inmediatos de las oligarquías. Estamos volviendo a estos conceptos más antiguos como la oligarquía, y en concreto de la familia Noboa te ayuda a explicar por qué retomamos palabras del antiguo puño, como oligarquía – porque hay procesos de refeudalización, todo un retorno a estas maneras.
Por otro lado, las dinámicas de acumulación de capital entre lo legal y lo ilegal son claramente transnacionales. Esto hace que los estados nacionales sean institucionalidades bastante limitadas para entender la gubernamentalidad, ¿no? No debemos olvidar, como nos explicaba hace años Saskia Sassen, que estos gobiernos altísimamente endeudados son gobiernos absolutamente disciplinados. Incluso, los regímenes progresistas – sobre los cuales hay mucho que discutir y no voy a entrar en esa amarga discusión–, tienen que lidiar con la disciplina del endeudamiento y, por tanto, con un debilitamiento de aquello que pensábamos como la soberanía. Cada vez más claramente estas grandes empresas son de alcance transnacional y tú no puedes entender, por ejemplo, la geografía del narcotráfico si te circunscribes a Colombia, a México, a Ecuador. Tú solo puedes entender el negocio del narco si lo entiendes en su clave transnacional, con sus zonas de lavado, zonas de exportación, zonas de producción, zonas de laboratorio.
Algo similar sucede con el tráfico de personas, y ahí Ecuador tiene un lugar, como todo país que expulsa gente. Hablo en el sentido fuerte de la palabra expulsión: muchas de nuestras compañeras migrantes, por ejemplo, tienen que pasar por una red transnacional que tiene contactos en Ecuador, contactos en México, contactos en Estados Unidos, para lograr esa travesía, y digamos, para poder convertirse en esta mercancía migrante, en este cuerpo mercantilizado, para poder llegar. Entonces hay que entender ese alcance transnacional, el lugar que tiene esta geografía que llamamos Ecuador. Para empezar, tiene que ser pensado a partir de la economía dolarizada. Nuestro país es un país clave en el blanqueo de capitales y el gobierno del banquero Lasso fue un gobierno en el cual se logró demostrar con mucha claridad el vínculo de los bancos con el tráfico de drogas. Quedó como muy demostrado en el famoso caso Gran Padrino, etcétera. Es clave la dolarización de la economía. Por otra parte, en este momento están siendo claves los lugares asociados al despliegue de la economía extractiva. Digamos que, en este momento, el oro ilegalmente extraído de Ecuador está produciendo más que el negocio del narco, según los datos que tenemos.
Esto, de nuevo, solo puede pensarse en una clave regional en la que el sur global es una zona de extracción de recursos, de recursos mineros. Y en eso Ecuador es otra región más de este sur al cual succionarle. Además, en el caso ecuatoriano tenemos el tema portuario: en este momento los puertos de Guayaquil, uno de los cuales además está administrado por la mismísima familia Noboa, son puertos en los que están saliendo cargamentos muy importantes de drogas.
Pero, pensando también en esta clave global, Ecuador, y ahí sí Ecuador, ¿no es cierto?, está siendo una escuela. Como nos enseñaba también Dawn Paley en sus primeros libros cuando hablaba de la guerra contra las drogas como una guerra contra el pueblo, y cuando nos hablaba del plan Colombia y el plan Mérida, ya nos mostraba, entre otros muchos autores, que estos países y sus planes Mérida y Colombia eran unas escuelas de lo que luego se exportaría a la región. Yo creo que El Salvador es otra gran escuela, o sea, Bukele no es solo su genio sino la escuela de la creación del aparato punitivo del Estado como una máquina de auténtico sacrificio, pero además de reclutamiento, insisto, de trabajadores para la guerra.
Ecuador está desplegando mucho de la escuela de El Salvador, pero Ecuador, en mi humilde opinión, está siendo como una escuela de producción de legitimidad de la puesta en guerra. El hecho de que las estructuras paramilitares, de una manera muy metódica, a criterio de nosotras, están siendo creadas desde las prisiones, me parece que hace de Ecuador una escuela de lo que luego otros países podrán hacer. Es un lugar en donde se están ensayando estrategias para exportación, y eso hace que lo que va sucediendo con nuestros distintos gobiernos, en los distintos países, van refinando una estrategia de puesta en guerra y de legitimación de la destrucción de la vida, de legitimación de la producción de zonas de sacrificio. Por ejemplo, el asesinato de los cuatro niños de Guayaquil, que además fue a manos de los militares, eso quedó filmado. Luego pasaron a manos, aparentemente, de paramilitares, –nunca queda claro–, pero eran niños. El menor tenía 11 años. Y este país se resistió, hicimos movilizaciones, etcétera, pero esa cosa está en la impunidad, ¿no es cierto? Y, de nuevo, es una escuela de lo que es posible.
Y, finalmente, yo creo que en Ecuador, como en otros países de nuestra región, hay una clara producción de cierta distribución geográfica, digamos, de la explotación, del reclutamiento y del sacrificio. No es casual que una de las provincias más castigadas, además desde antes de este gobierno, sea la provincia afroecuatoriana de este país, que es Esmeraldas. Es la zona de sacrificio y es la provincia negra. Y algo similar sucede con la geografía de la ciudad, de la provincia portuaria de Guayas, los enclaves de la violencia donde todo el día y todos los días vemos noticias de masacres. ”Estaban en el bautizo y masacraron”, “es lo típico, es el barrio negro”… Entonces, hay una clara geografía que va legitimando quienes pueden morir. La perspectiva antirracista para nosotras implica no sólo denunciar que hay cuerpos que se perciben como inferiores, menos humanos y que pueden ser muertos, sino que también estos cuerpos deliberadamente se exponen como brutales, como que hacen barbaridades, ¿no? Como que permanentemente están siendo expuestos, deliberadamente como gente que no sólo merece la muerte, sino que muere “en su ley”, que es la ley de los no blancos. Son estas nuevas formas del racismo que, como dice la Elsa Dorling también, impiden la autodefensa. No hay cómo defenderse cuando se supone que el animal eres tú, no puedes defenderte cuando se supone que el que sale con una motosierra a cortar cabezas eres vos.
CC & LLT: Nos gustaría indagar en muchas cosas que has dicho… pero por volver al paro, ¿cómo imaginas ahí el rol del internacionalismo feminista, o el internacionalismo desde abajo para respaldar el paro y proteger a quienes se han levantado? En fin, ¿qué imaginas que nos podemos hacer en este plano del internacionalismo?
AAS: Igual que la acumulación y la violencia tienen un claro alcance global, creo que en los hechos hemos venido pensando juntas de muchas maneras. Creo que pensamos juntas, que ya veníamos pensando en común y creo que es muy importante reconocerlo y seguir motivando ese pensar en común. También ponernos en tensión en común, como en las tensiones norte-sur, así como en las furias que también desde lugares de altísimo despojo como el nuestro y altísimo daño como el nuestro, tenemos que vigilar e interpelar. Entonces, a mí me parece y nosotras creemos que existimos como un entorno feminista y antirracista global. Y creemos que esas tensiones son productivas, que pensamos desde ahí y que eso ha venido produciéndose un tiempo. Es fundamental reconocerlo para no empezar a lanzar ideas de “desde hoy hagamos tal cosa”, porque esas ideas nunca funcionan.
Luego, nuestra región es una región de resistencia ancestral. Hay una dimensión del mundo andino –y mesoamericano también, pero andino para lo que a mí me interesa decir ahora–, que es un privilegio nuestro. Es como una inteligencia de muy difícil dilucidación, que hace que cosas como el paro van a florecer. Van a florecer, como dicen las compañeras del Movimiento Indígena, porque hay un ritmo de lo común, de lo comunitario. Hay un pensar en común y con alcance global, para mí es el feminismo, más o menos. Pero que hay singularidades, hay maneras de ser, maneras de venir siendo. Hay que pensar y hay que vivir, y muchas veces también hay que vivir sin entender del todo en clave andina de los pueblos ancestrales.
Nosotras estamos convencidas que la ancestralidad no es un decir, es una inteligencia que muchas veces las compañeras indígenas tienen que volver a imponernos a nosotras, ¿no? Cuando nosotras nos apuramos, “pucha, pero es que el gobierno mira la publicidad tal, florece el paro o no florece, ¿qué fue? ¡Salgamos a la calle!” Y entonces ellas salían con una pancarta que no me acuerdo exactamente literal, pero decía “Oye, Noboa, nosotros hemos resistido 500 años a gente como vos, vamos a ver quién resiste más”. ¡Qué gran pancarta! Nos agarra el apuro, nos agarra la angustia, a quienes estamos más occidentalizadas, estas clases medias, educadas, o incluso gente urbana. Y ellas siempre recuerdan que hay un ritmo, que hay una inteligencia que siempre, siempre desde el proceso de conquista y colonización se ha intentado cegar. Y hay un ser común, comunitario, colectivo, que como todo entorno humano tiene sus defectos y sus relajos y lo que fuera, pero que tiene un ritmo de resistencia.
Esto hace que una nunca se pierda en su ignorancia, que nunca pierda la fe en lo que como pueblo podemos hacer. Hay una enorme certeza de que tenemos una capacidad que no necesariamente la comprendemos, que no necesariamente podemos transformar en una acción clarísima, sino que tiene que ver con un ritmo. Hay un pueblo que percibe, que entiende, que tiene un ritmo. Y que no puede, dicen ellas, violentarse en función de la coyuntura, no puedes tironear a una colectividad además tan amplia, porque el movimiento indígena es gigante, ¿no? Entonces, esto viene a decir que hay carácter ancestral en los paros, en como la colectividad de la que soy parte lo navegamos, lo sentimos, pero no necesariamente podemos nombrarlo. Ese no es mi lugar, no es algo que yo pueda decir. Hay mucho respeto con eso, pero también eso hace que no olvidemos quizá lo que decía esta pancarta: veamos quién resiste más, porque venimos de 500 años en esto y aquí seguimos.
Y eso implica estos diálogos transnacionales, movernos todo lo que podamos, solidaridades, etcétera, pero también ser parte de una cosa que es mayor, que no tienes que comprender y gobernar para acompañar, para ser parte. No sé cómo explicar, es algo muy de nosotros, como que hay que saberse dejar mandar por la colectividad. Porque si no, una puede ponerse necia o puede ponerse tonta, entonces hay un algo ahí que veamos que produce. Los paros siempre han sido así, sucede donde no te lo crees, de pronto la gente está y no entendiste bien de dónde salió y solo tienes que navegar.
Finalmente decir sobre la perspectiva antirracista, de los pueblos de la diáspora: las organizaciones afroecuatorianas, pero también de los pueblos negros en nuestra región, al menos en nuestro país, están cuajando algo que es también una novedad. Todavía no se está expresando en el paro, pero se expresó con los cuatro de Guayaquil. Fue bellísimo además, hay algo ahí que tiene otros lenguajes, otras maneras. Y es aquello en lo que tenemos que creer, porque finalmente es lo que somos. Y es lo que podemos, aunque no siempre sabemos que podemos. Eso está creciendo, yo creo que en pocos años el movimiento afro –y afrofeminista, pero no solo feminista–, va a producir mucho. Están surgiendo claras discusiones desde allí, que es algo que la región, y el Ecuador en concreto necesitaba, y está empezando a pasar.
No sé si me explico, porque también tiene que ver con unos sentires que uno no siempre logra convertir en palabra. Pero es importante intentar, aunque fuera balbucear, porque es nuestra potencia. Es lo que hace que en este contexto tan infame haga que tengamos esperanza, esperanza en que podemos.
Notas
1 Banquero y empresario financiero, presidió Ecuador desde mayo de 2021 al noviembre del 2023.
2 Presidente actual desde noviembre del 2023, el ecuatoriano-estadounidense forma parte de una familia de numerosos empresarios industriales y exportadores.
3 Según cifras oficiales, solo entre enero y agosto de 2025 se registraron 5 268 muertes violentas en Ecuador, dinámica de violencia letal de amplia difusión mediática desde mediados del año 2021.
Transcripción y edición con el apoyo de RLS -Madrid