Autoría: Susana Dráper.
Galería fotográfica: Belén Marco.
1. El escenario: la caldera del COVID19 y la asfixia sistémica
Son días intensos. El fuego del calor que comienza a sentirse se encuentra con el fuego del hartazgo. Estamos en una prolongada secuencia que grita “BASTA” en estado de ebullición. Como dice Keeanga Yamahtta-Taylor, estamos en un momento que habla de una respuesta frente a la acumulación en lugar de ver, como sostienen algunas personas, que se trate tan solo de una repetición más en la secuencia histórica de brutalidad policial. Esa diferencia entre el estallido que viene de la acumulación en lugar de la repetición es crucial estos días.
Desde que se viralizó el video del asesinato de George Floyd y se comenzaron a tomar las calles como forma de petición de una justicia, habitamos un enfrentamiento entre la forma de poder de la autoridad policial e impunidad del sistema de justicia que sostiene a un sistema racista y un poder popular que se ha ido instalando a pesar de todas las medidas y amenazas que vienen postulándose de diferentes formas (toques de queda, refuerzo policial en las calles, tácticas de encierro en las marchas para generar detenciones, etc). Sostener la calle desde un tejido transversal que atraviesa todos los colores se ha convertido en una forma de poder desde abajo que en pocos días ha logrado poner en la mesa y articular cambios concretos que se están llevando a cabo en relación a la demanda precisa de Black Lives Matter: “DEFUND THE POLICE” para poder nutrir comunidad, nutrir vida.
El hartazgo tiene una memoria corta y una memoria larga que en estos días articula la potencia de la calle. La memoria corta la tenemos en la última pandemia. El contexto del impacto que ha tenido el COVID19 en las comunidades afroamericanas y migrantes es crucial también para entender el significado que tuvo el asesinado de Floyd y ese BASTA frente a la acumulación que nombraba Keeanga Taylor. La desproporción de muertes por el virus entre las personas afroamericanas y las personas migrantes es oceánica. La desproporción de la represión y encarcelamiento a la población negra por parte de la policía cuando comenzó a castigar y asediar más a la población de color por no cumplir las medidas del distanciamiento social, fue también oceánica. Habla Keeanga de que en Nueva York, un 93% de las personas arrestadas fueron afroamericanas. A esto sumamos también el desentendimiento de las autoridades frente a las peticiones de liberación de personas encarceladas en riesgo de morir por COVID19 y la desproporción de las muertes en la cárcel por COVID19, lo que ha puesto en la mesa el sistema feroz de injusticia social, económica, racial de esta sociedad. La desproporción en la atención médica cuando quienes llegan al hospital son afroamericanxs, o latinxs… gente que no tiene seguros buenos o que directamente descreían en sus síntomas. Gente que fue re enviada a su casa con síntomas para dejarlas morir. El asesinato de George Floyd acontece dentro del escenario como acto final de un proceso social de asfixia que tiene que parar.
2. Medidas concretas dentro de una memoria larga: ‘DEFUND’ THE POLICE
Algo que cambió en unos pocos días desde que se han tomado las calles reales y virtuales es que cuando decimos “JUSTICIA PARA GEORGE FLOYD” ya no se trata solo de la idea de arresto juicio y cárcel para sus asesinos del cuerpo policial. En el pasado, primaba esa sensación de pedir justicia como pedir responsabilización frente a la impunidad – inmunidad policial permanente. Sin embargo, esta vez, en todos estos días, cuando gritamos justicia lo que se exige es la responsabilización y la transformación radical del sistema que sostiene la posibilidad de su muerte y la impunidad policial, entre tantas otras. Cuando se grita “JUSTICIA” – se agrega: DEFUND THE POLICE. Se exige que se establezcan formas concretas de re-dirigir ese gasto descomunal para ir a la base del problema – la necesidad de invertir en la vida. Transformar radicalmente el sistema justicial y el abuso de poder que eso posibilita. Se habla de que pensemos en modos concretos y prácticos de re-significar socialmente lo que queremos decir cuando hablamos de “seguridad” que ha sido la palabra de moda para el ejercicio neoliberal de criminalizar a la gente de colores, a la gente pobre, a los problemas que se vinculan con la pobreza. Esos problemas que quedaron latentes en las cifras de muertes por el COVID19 y que hoy día han sido el contexto de exigencia para la re-significación de seguridad y de justicia.
La articulación de este punto de ebullición de la acumulación se logra gracias también al trabajo sostenido desde abajo y de modo invisible de todos los grupos y colectivos desde donde se viene elaborando una conciencia de cómo hacer frente a la idea de “seguridad” entre personas, entre barrios, sin que eso signifque poner más y más dinero en el sistema policial, carcelario, en la vigilancia que desde que no para de crecer, solo nos muestra un aumento cada vez más mayor de más violencia. Se hace visible la idea crucial que mueve a un movimiento largo e histórico en esta sociedad que dice “LAS COMUNIDADES FUERTES NO NECESITAN POLICIA” y “defund the police” se vincula con esta posibilidad de invertir los billones que se lleva el sistema policial para poder abrir fortalecimiento concreto de la vida de las comunidades (la salud, la vivienda, la sanación, la necesidad de descriminalizar la adicción y la droga que ha generado el record histórico de encarcelamiento y criminalización de comunidades enteras, la necesidad de un sistema de asignación social digno para las mujeres que cargan con los hijos sin más apoyo que la declaración de guerra que desde Clinton se ha manifestado en la reforma de bienestar familiar que ha ido a la par con el aumento del encarcelamiento de las mujeres)… Parte de la memoria popular de esas historias hoy toma la calle para decir BASTA! No nos asfixien más.
3. Los caminos que se están abriendo
Dentro de ese tejido de fondo, en unos pocos días, se van tomando decisiones que muestran también la excusa usual de los gobiernos de la ‘lentitud burocrática’ con la que muchos cambios que a veces se prometen, nunca llegan o demoran un siglo en llegar. En la brevedad de 12 días se van tomando decisiones precisas:
- El alcalde de Los Angeles ya implementó recortes a la policía que serán destinados a las comunidades de color.
- La alcaldía de Minneapolis comenzó el proceso que va llamando “desmantelamiento del cuerpo policial.”
- Los consejos de escuelas están tomando la decisión de sacar a la policía de los centros educativos de la gente más pobre, donde mucha gente joven inaugura su largo historial en el sistema judicial de este país.
- La calle que lleva a la Casa “Blanca” ha sido pintada con letras enormes BLACK LIVES MATTER y se la designó a partir de esta semana con el nombre: BLACK LIVES MATTER PLAZA.
- En Filadelfia, la protesta popular empezó a derribar la estatua de Frank Rizzo que se instalaba frente a la oficina del municipio, un ex alcalde y ex jefe de policía de la ciudad racista y que había sido acusado de múltiples abusos policiales. Tras el comienzo del derrumbe, el actual alcalde de la ciudad culminó su derrumbre el día después. (La medida ya había sido tomada pero el largo proceso burocrático la tenía agendada para quién sabe qué año). En una noche y una mañana se hizo eficazmente. Esto ha generado situaciones similares en otras ciudades.
Estas son algunas de las medidas que se han empezado a dar en estos 12 días.
4. #SAYHERNAME – DECIR SU NOMBRE: BREONNA TAYLOR
El asesinato de Breonna Taylor que también puebla las calles estos días como petición de justicia, necesita traerse más a la escena desde la insistencia en visualizar formas de violencia multiplicada que reciben sobretodo las mujeres negras, de color, trans, queer, migrantes frente a la policía.
El 13 de marzo de 2020, Breonna Taylor fue asesinada cuando la policía de Louisville entró violentamente a su casa por un supuesto proceso de investigación por drogas vinculado a su pareja anterior. Sin golpear, irrumpieron violentamente en su casa para realizar un allanamiento. Su pareja actual disparó en defensa frente a la irrupción armada en su casa y la policía le tiró 8 balazos a Breonna, una trabajadora esencial de sanidad que tenía 26 años y que ayer, 5 de junio habría cumplido 27. El asesinato arbitrario de Breonna a manos de la policía habla del exceso de fuerza y violencia destinado hacia las mujeres. Desde su nombre, necesitamos insistir en que se revisen los estatutos que tienen presas a tantas mujeres que están detenidas acusadas de reaccionar frente al exceso de fuerza policial que las toma constantemente como target. En estos días, pedir justicia significa también dejar de criminalizar la sobrevivencia, el derecho de estar vivas
DEFUND THE POLICE significa también: no podemos respirar entre esas balas, no podemos respirar desde el abuso, no podemos respirar desde la cárcel.
Son días de mucha esperanza que nació del hartazgo que generó tanto dolor. Son días en que habitamos la sensación de que una transformación profunda está aconteciendo desde las calles para poder abrir el escenario de un cambio. Son días también de incertidumbre frente a lo que puede venir como reacción..
Son días que están exigiendo entender las consecuencias del rol de la policía en nuestras sociedades y la complejidad que implica el monopolio de su fuerza. Son días en los que se enciende la radio pública y se habla de la historia de la policía en este país, de su vínculo estrecho con la protección de la propiedad de los hombres blancos y del derecho otorgado a cualquier blanco para matar a las personas esclavizadas.
Son días en que se instalan conversaciones sobre cómo hacer algo con eso que se llama “la culpa blanca” y que como decía Audre Lorde es un sentimiento que viene de no reconocer el lugar de privilegio, de no explorarlo para ser capaces de usarlo para acompañar la posibilidad de un cambio. En estos días, parece que la ira ha logrado ganar a la pasividad activa histórica de esa culpa y una gran coalición de muchos colores va tomando la calle con los cantos y los mantras colectivos: