Hace dos años, los diferentes nodos de la Laboratoria decidimos poner en marcha un proceso de reflexión translocal en torno a las violencias.

Nos situamos desde las mareas feministas de politización de los feminicidios y las violencias sexuales, en particular, allí donde los feminismos populares señalan su imbricación con todo un entramado sistémico de violencias de distinto tipo y su articulación con diferentes formas de desposesión.

Al mismo tiempo, nos preocupa el desarrollo inflacionario del sistema penal, a partir de una racionalidad punitiva que recorta las conductas sociales de su contexto y las individualiza en una sola persona infractora, a la que juzga y aplica un castigo. Se desdibuja así el anudamiento entre diferentes tipos de violencia y se promueve la delegación de la administración de justicia a una institución (la judicatura) extremadamente jerárquica, clasista y racista, ajena a la complejidad y a las circunstancias en la que se desarrollan los hechos. Esta dinámica tiende a convertir a determinados individuos (en particular a los varones racializados y empobrecidos) en chivos expiatorios de los males sociales, algo particularmente funcional para calmar la ansiedad y desviar la atención de la incertidumbre económica, política y ecológica que nos ha tocado vivir. Criticar esta lógica punitiva sobre la que se apoya el encarcelamiento de cada vez más personas no debe suponer, sin embargo, caer en un antipunitivismo ingenuo o borrador de la especificidad de las violencias patriarcales y racistas, que conlleva el riesgo de ningunear una vez más la voz de los cuerpos subalternizados y/o disidentes y su necesidad de nombrar las violencias que sufren. El desafío estriba, en cambio, en visualizar nuevos horizontes de justicia, a partir de estrategias concretas y situadas que pongan en el centro la responsabilización, la reparación y la garantía de no repetición, así como la protección de las personas más vulnerables, sean mujeres, infancias, personas sexodisidentes, racializadas, etc.

En el cruce entre la politización de las violencias patriarcales y la crítica al Estado penal, creemos que juega un papel clave la autodefensa, como práctica de no delegación, de autoconciencia y reconexión con el cuerpo, pero también como construcción de contrapedagogías y de tramas colectivas en lucha frente a las desigualdades, atomizaciones y despojos que sientan las condiciones de posibilidad de las violencias.

En torno a estos tres ejes (violencias imbricadas, autodefensa, nuevos horizontes de justicia desde los feminismos) realizamos una serie de entrevistas entre verano de 2023 y otoño de 2024, que ahora queremos compartir, en diálogo entre sí, porque cada compañera añade matices y líneas de indagación que resuenan entre sí y amplían el foco.