Históricamente las mujeres nos movemos con nuestras tribus buscando los ríos donde haya agua y se pueda sembrar. Lo nuevo no son pues nuestros éxodos por una vida que se pueda vivir y celebrar, lo novedoso son las políticas heteropatriarcales y racistas que producen nuestras vidas como ilegalizadas y vulnerables, que condenan nuestros cuerpos y nuestras historias a sufrir muchas formas de violencias: institucional y social, pública y en espacios privados y por parte de nuestros pares.
Los estados y sus leyes, sus fronteras internas y las que estiran hasta los territorios desde los que nos fugamos, ilegalizan nuestras presencias en sus territorios para impedir que nos organicemos, que nos reconozcamos con otras. Apostamos por eso por interpelar a todos los feminismos que quieran dejarse atravesar por nuestras vidas y tejer complicidad con nosotras. Queremos construir con muchos feminismos radicales formas concretas de agrietar las narrativas que nos representan y quieren gobernar como víctimas. Somos fugitivas y con nuestro movimiento desafiamos los ismos contra los que tú también peleas, encontremos intersticios donde nuestras luchas se crucen.